UN EDUCADOR SALESIANO
Don Bosco era un educador por excelencia;
solo con mirar a uno de sus alumnos sabía como ganárselo. Nuestro santo
fundador nos pide que guiados bajo la mirada de nuestra madre auxiliadora
seamos capaces de tocar la cuerda mas profunda pero armoniosa de los jóvenes
que entran a las instituciones salesianas y juntos hacer apoteósicas melodías
para el señor.
El trabajo de un educador Salesiano debe
ser en el patio, debe ser coherente, debe ser humilde, debe ser mancomunado.
Los jóvenes saben cuando algo no funciona bien, cuando alguien no hace su
trabajo de corazón, cuando se hace algo solo por pasar el tiempo, y los chicos
no se merecen eso; bien leímos hace unos días en un cartel “la educación es
cuestión del corazón”, y si en el corazón se guardan envidias, se guardan
resentimientos, se guardan vacíos ¿cómo vamos a ser capaces de hacer una
hermosa melodía para el señor con los jóvenes? ¿cómo ayudaremos a los jóvenes a
ser santos? ¿cómo ayudaremos a los jóvenes a ser buenos cristianos y honestos
ciudadanos? Los jóvenes exigen coherencia con nuestros actos. “Por vosotros
estoy dispuesto a dar mi vida” dijo Don Bosco, y es esta una frase que cada
día un educador Salesiano debe repetirse
y preguntarse, debe ser la consigna diaria. Para educar no es necesario estar
en una oficina o salón de clase, es necesario estar con los jóvenes, amarlos y
sobre todo que ellos se sientan amados, tal como lo diría nuestro padre
fundador.
Hoy cuando leas esto pregúntate qué tanto
hiciste por los jóvenes el día de hoy. Ellos no necesitan tus problemas
personales, necesitan tu comprensión, necesitan una palabra de aliento,
necesitan tu apoyo, necesitan tu coherencia, necesitan la figura de Don Bosco
ante ellos. Hoy cuando leas esto, pregúntate que tan propositivo fuiste en vez de
destructivo y finalmente pregúntate si en verdad educaste con el corazón.
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